sábado, 22 de noviembre de 2008

La mala educación

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Desde que somos pequeños nuestros padres nos inculcan los valores con los que nos enfrentaremos al mundo cuando seamos capaces de hacerlo. Se supone que, aunque a cada uno de manera diferente, a todos nos han enseñado unas normas de educación mínimas con las que debemos comportarnos y dirigirnos a la gente. Desgraciadamente no todo el mundo hace uso de ellas. Y claro, luego llegamos los que estamos acostumbrados a usarlas y nos topamos con gente con la que, da igual seas cortés o de su misma calaña que te van a tratar con el mismo respeto y educación de siempre. Y ya no solo os hablo del por favor y el gracias, o el saludar al entrar en el autobús, cosas bastante normalitas al alcance de todos. Lo que más me molesta es que encima a los jóvenes nos tienen , menos mal que no todos, como esa gente que no sabe comportarse. Y no digo yo que no tengan razón pero, cómo no, siempre se tiende a generalizar. Oigan que soy la primera que critico el comportamiento inadecuado de la mayoría de los de mi edad, pero ya que yo no me incluyo en ese gremio, no quiero que la gente tenga ese tipo de prejuicios ni conmigo ni con ninguno de los jóvenes que, discúlpenme la medalla, sabemos comportarnos.


El caso es que estaba yo el otro día sentada en el autobús, y como suele ser usual la línea cinco llegaba con retraso por lo que el vehículo no tardó en llenarse. Entonces entra la típica señora mayor que va con bastón porque a la pobre ya le cuesta hasta andar, y como puede atraviesa el autobús en busca de un asiento. En seguida se da cuenta de que el aforo de asientos está completo y se queda mirando a un par de chicos, bueno más que chicos niños porque no tendrían más de unos trece o catorce años, supongo que con la esperanza de que alguno le cediera el sitio. Pero no solo no lo hicieron sino que encima se rieron de la pobre mujer. Todo esto sucedió en el poco tiempo que necesité para darme cuenta de la escena y rápidamente cederle el mio. No hice nada especial, de hecho ni lo pensé, me salió solo, el caso es que en cuanto se pudo sentar no paró de agradecerme, ya ves tú, la pamplina que acababa de hacer (lo de pamplina es porque no era para tanto). A mi ya me estaba dando hasta corte porque estando todos tan comprimidos la gente se había dado cuenta y observaban nuestra escenita. La viejecita que había entrado al autobús con una cara que parecía que le pesaba el alma estaba ahora sonriendo con los pocos dientes que le quedaban. Probablemente os parezca una chorrada, pero me sentí bien al pensar que tal vez por un momento le había hecho olvidar sus penas a esa mujer. Y así, con la gente mirando y yo mirando a la gente, llegué hasta mi destino en la calle General Moscardó.

La pena es que tuviera tanto que agradecerme, porque si esos detalles los tuviéramos siempre la gente no se sorprendería al verlos. Conste que ya no solo hablo de los jóvenes, también hay adultos que no saben lo que es esto de la educación, y mira tú por dónde la mayoría de estos son los que más critican su carencia. En fin, algo que tendría que ser normal, resulta que es la excepción.


Moon

4 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy muy de acuerdo con tigo pero me parce q nunca podremos cambiar la educacion de una persona pero en fin es algo q aun esta por probar ......
sigue escribiendo asi q me encanta y va muy bien
un besooooooooooo
.............LaUrItA.................

Anónimo dijo...

enhorabuena una vez mas moon!! con cada blog nos deleitas mas!! leerte es una delicia! la verdad esque tienes razon en todo parece mentira como hay gente tan maleducada.. pero bueno menos mal que por lo menos hay gente como tu..!

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Apenas podemos optar a hacer lo que creemos correcto. Es una pena que parecieses una heroína, pero quién sabe, tal vez diste qué pensar a más de uno, y fuera como fuese tú hiciste lo que sentías que debías hacer, lo demás se lo llevará el viento.

Un beso.

Anónimo dijo...

Buenas Moon,

muy buen post.

La conducta de estos niños por supuesto es inadecuada, pero son niños y tampoco hay que ser tan duros, pues seguramente más tarde aprenderan como comportarse y demás.

Aún así tengo muy claro que desde pequeños hay que enseñar a los niños a comportarse y a ponerse en los zapatos de los demás.

salu2