domingo, 29 de noviembre de 2009

El grito silenciado

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Miles de kilómetros separan la insólita historia que me dispongo a contaros de la mesa de mi ordenador. Y aunque estas inútiles letras probablemente se queden en nada y apenas sean leídas, algo en mi interior me obliga a escribirlas.

No os podéis imaginar lo difícil que ha sido ponerme a estudiar tras leer la desgarradora historia que hoy traía El crónica. Más bien imposible, no podía dejar de pensar en la pobre niña que en estos mismo instantes se encuentra secuestrada en el barco Ariana, el cual coincidió con los marineros españoles durante su secuestro. Han sido ellos mismos los que han relatado su espeluznante historia; secuestrada desde el pasado Mayo, una niña de 11 años sufre, junto a su madre y la cocinera del barco, constantes atrocidades e inimaginables calamidades, pues solo Dios sabe todo lo que han pasado durante nueve meses de cautiverio en manos de semejantes sinvergüenzas. Nuestros marineros han tenido la desgraciada oportunidad de acercarse al mismo infierno del que esa pobre niña es protagonista día a día, y por eso lo han denunciado. El propio capitán del Alakrana no podía dejar de pensar en esas pobres mujeres a quienes su propio gobierno - son ucranianas pero el caso lo están llevando los rusos- ha dado de lado. Los piratas habían ofrecido la posibilidad de soltar a las mujeres con los españoles si recibían la denigrante suma de 30.000 dólares -lo que vienen a ser menos de cinco millones de las antiguas pesetas-, una ganga comparado con el calvario que han sufrido -y que siguen sufriendo mientras no se hace nada-, y la porquería que significa dicha cantidad para un gobierno como el ruso. Lo peor de todo no es el desprecio del gobierno hacia el caso, sino la actitud del capitán del Ariana, quien se opuso rotundamente al rescate de las mujeres, a sabiendas de que sin ellas en el barco su rescate sería completamente olvidado y su muerte inminente.

Todavía no dejo de pensar en esa pobre e inocente niña, y en las mujeres que la acompañan. Han sido muchos los pensamientos que han recorrido mi mente tras leer la noticia. Quién sabe qué será de ellas, si algún día podrán poner fin a su suplicio.




En estos momentos una gran impotencia invade mi interior por no poder hacer nada por ellas y por toda la gente que es víctima de tantas y tantas injusticias en el mundo. Y mejor no os digo lo que siento por todas esas personas que pueden hacer tanto y no lo hacen, todas las que pueden cambiar la suerte de gente inocente y ni siquiera mueven uno de sus sucios dedos para acabar con tan horribles historias. Lo que no dejo de preguntarme, es cómo pueden coger el sueño todas las noches. Mientras tanto lo único que está en mi mano es rezar por todas esas personas para que algún día, ojalá no muy lejano, consigan esa libertad tan anhelada.

Moon

PD: Muchas veces es por falta de inspiración, otras en cambio por pereza, sin embargo me he dado cuenta que mi indignación por noticias como ésta son las que más fuerza me dan para escribir y denunciar las injusticias que ocurren en el mundo. He de reconocer que mi intención, al empezar el blog no era ni mucho menos ésta, pues simplemente me servía de él como una válvula de escape, ni mucho menos pretendía hablar de cosas desagradables, por eso pido perdón desde aquí porque sé que no resulta del todo agradable leer este tipo de cosas, aunque no por ello dejaré de escribirlas cuando lo crea necesario. Sin más que decir y con el corazón en un puño os dejo. Gracias por leer.

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