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Al igual que hay muchas veces que me avergüenzo de mi propia especie, otras sin embargo hacen que esta me parezca maravillosa. Hoy mismo ha llegado a mis oídos la siguiente historia.
En los últimos juegos olímpicos para discapacitados, también llamados Juegos Paralímpicos, sucedió lo que ahora os voy a contar, algo que, por lo menos a mí me ha emocionado, y a lo que por desgracia no estamos muy acostumbrados hoy en día. Pues bien, como os iba contando, sucedió en una carrera cuyos corredores tenían Síndrome de down. Todos ellos, al igual que cualquier otro corredor habían estado preparando la carrera durante mucho tiempo, con sus duros entrenamientos y todo lo que requiere participar en unas olimpiadas. Entonces llegó el día de la carrera, suena el pistoletazo de salida y todos salen corriendo como nunca antes lo habían hecho y de repente como si de un capricho del destino se tratase, que ya saben que a veces juega muy malas pasadas, una pobre chica tropieza y se cae. Los demás se dan la vuelta para ver qué ha sucedido y en cuanto ven a la chica en el suelo llorando, sin pensarlo ni un segundo, vuelven corriendo hacia ella para ayudarla a levantarse. Todos, sin excepción, tanto el que iba primero como el que ocupaba la última posición dejaron automáticamente la carrera para tenderle la mano a su compañera. Cuando la chica estuvo en pie, todos juntos de la mano, corrieron hacia la meta. Todos ganaron la carrera. En realidad ganaron mucho más que eso, un premio mucho más valioso que el de haber ganado una competición, para el que ni siquiera había medalla o trofeo alguno. Aquel día esos chicos nos dieron una lección, ya no solo de solidaridad sino también de compañerismo e incluso, si lo pensáis más profundamente, una gran lección de vida.
Moon
En los últimos juegos olímpicos para discapacitados, también llamados Juegos Paralímpicos, sucedió lo que ahora os voy a contar, algo que, por lo menos a mí me ha emocionado, y a lo que por desgracia no estamos muy acostumbrados hoy en día. Pues bien, como os iba contando, sucedió en una carrera cuyos corredores tenían Síndrome de down. Todos ellos, al igual que cualquier otro corredor habían estado preparando la carrera durante mucho tiempo, con sus duros entrenamientos y todo lo que requiere participar en unas olimpiadas. Entonces llegó el día de la carrera, suena el pistoletazo de salida y todos salen corriendo como nunca antes lo habían hecho y de repente como si de un capricho del destino se tratase, que ya saben que a veces juega muy malas pasadas, una pobre chica tropieza y se cae. Los demás se dan la vuelta para ver qué ha sucedido y en cuanto ven a la chica en el suelo llorando, sin pensarlo ni un segundo, vuelven corriendo hacia ella para ayudarla a levantarse. Todos, sin excepción, tanto el que iba primero como el que ocupaba la última posición dejaron automáticamente la carrera para tenderle la mano a su compañera. Cuando la chica estuvo en pie, todos juntos de la mano, corrieron hacia la meta. Todos ganaron la carrera. En realidad ganaron mucho más que eso, un premio mucho más valioso que el de haber ganado una competición, para el que ni siquiera había medalla o trofeo alguno. Aquel día esos chicos nos dieron una lección, ya no solo de solidaridad sino también de compañerismo e incluso, si lo pensáis más profundamente, una gran lección de vida.
Moon
4 comentarios:
realmente conmovedor, nos demuestra que hay cosas mucho mas importantes que ganar una simple carrera.
es una pena que la mayor parte de deportistaas que compiten hoy en dia no tengan eso en cuenta.
Hay tanta y tanta gente con tanto y tanto que aprender con esta historia.
Ójala el mundo entero tuviera los mismos valores que ese grupo de corredores...mejor nos iría, desde luego.
Besicos!
Me parece maravilloso el gesto que estos niños han hecho. Es una lección que todos deberíamos aprender y poner en práctica.
Es estupendo que tú lo captes con esa sensibilidad. Me encanta la foto.
Me hiciste llorar... me emocioné, realmente!
Gracias por compartirlo con nosotros.
Besos!
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