martes, 31 de marzo de 2009

El precio de la justicia

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Últimamente no sé qué pensar, me desconcierta por completo lo irracional que es el ser humano en ciertos aspectos, sobre todo a la hora de actuar ante la maldad de la acción humana. Asco. Es la única palabra con la que puedo describir lo que siento al leer el periódico o ver los telediarios. Es tal repugnancia la que siento al ver las atrocidades que puede llegar a hacer el ser humano que más de una vez me llevo las manos a la cabeza, avergonzándome de mi propia especie. Es increíble hasta el punto en que estamos llegando, si de por sí ya hemos tocado fondo en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, últimamente no parece que nos quedemos cortos, ¡no señor!. Incluso peor, no sólo seguimos usando la violencia como arma ante cualquier problema, sino que además nuestra sociedad se está volviendo cada vez más cínica. A quién querrán engañar, me pregunto yo. No se puede ir de progre defendiendo el aborto, y luego estar en contra de la pena de muerte. Son ideas completamente contradictorias, y sin embargo muy comunes a día de hoy. Tampoco se puede criticar a delincuentes , sin sostener al mismo tiempo una política social que les acoja antes de que actúen de forma violenta. No sirve de nada quejarse si luego no se hace nada para intentar evitarlo. La gente habla y habla, pero solo eso, ni siquiera se preocupa lo más mínimo por defender sus ideas. Y así va el mundo.

Todos los grandes cambios y avances que ha desarrollado la humanidad con el paso del tiempo, han sido el resultado de todos aquellos momentos en los que una persona dijo basta. Hubo un día en que una persona fue consciente de las barbaridades que estaba haciendo el hombre y decidió poner fin a ellas. Hubo un día, en que otra persona se dio cuenta de que era el pueblo el que debía gobernarse a sí mismo y elegir a sus representantes, así como otra decidió actuar contra el racismo o a favor de los derechos de la mujer. Todas esas personas lucharon por conseguir hacer realidad la justicia que mantenían en sus sueños. Sueños que tenían que ser realidad, y que a lo largo de muchos años consiguieron. Nuestra sociedad actual necesita gente así, personas que no solo critiquen todo el mal que nos rodea, sino que además intenten cambiarlo. No podemos progresar con los brazos cruzados, ni sentados en el sofá despotricando contra los políticos, porque todos sabemos que no sirve de nada.

El mundo necesita gente valiente, que sepa defender sus ideas porque estas sean las justas, gente que, dándole igual estar a contracorriente se levante y se haga oír, que grite basta en nombre de todas las injusticias cometidas sin pena alguna. Tiene que haber un momento en que ese alguien se oponga al orden establecido y logre cambiar las leyes. Algún día alguien alzará la voz y dirá hasta aquí hemos llegado. Sí, ese día llegará y poco a poco nacerán más personas que hagan lo mismo y decidan dedicar su vida a ejercer una justicia justa.

Sé, como ya os he dicho antes ese día del que os hablo llegará. Pero hasta entonces me pregunto, ¿cuántas atrocidades más hará el ser humano sin que se haga nada? ¿Cuántas mujeres tendrán que morir para que se imponga una ley dura de violencia de género? ¿Cuántos casos de abuso tendremos que ver en la televisión para que se imponga la cadena perpetua? ¿Cuánta injusticia hará falta para darse cuenta de que hay que cambiar el sistema, si realmente se hace justicia o no? ¿Cuánta gente sufrirá antes de que ese alguien se levante? Esto es lo que más me preocupa, todo lo que puede ocurrir hasta que entonces, todas esas víctimas que padecerán las injusticias de este mundo. Y es que es una pena, que en esta vida todo tenga un precio; y la justicia, también.

Por todo esto, os animo a que, cada uno desde su posición y haciendo uso de sus posibilidades, os levanteis y gritéis todo aquello que veáis injusto. Porque puede que mi voz y la tuya no hagan nada por separado, pero dos siempre valdrán más que una.






Moon

miércoles, 25 de marzo de 2009

Decíamos ayer... (VI)

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"El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto."



Pues nada, habrá que hacer caso al amigo Chaplin, démosle tiempo al tiempo no vaya a ser que la flor se nos marchite antes de lo debido.




Moon

domingo, 15 de marzo de 2009

Por siempre jamás

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A lo largo de la historia, uno de los temas que más ha inspirado a los artistas de todos los tiempos ha sido el amor. Es esa sensación extraña que ha hecho enloquecer a más de uno la que, siglos atrás, sirvió de inspiración a inmumerables escritores, pues todos ellos en su obra han recurrido al mismo tema. Estas creaciones eran una forma de expresar los sentimientos más profundos que sus autores llevaban dentro y pudiera ser que no supieran demasiado bien cómo explicar. La literatura ha sido ese puente entre sus sentimientos y el exterior, y gracias a ella hoy conocemos historias como la de Dante y su amada Beatriz. El amor es algo subjetivo, practicamente imposible de explicar, al menos, los que lo han sentido o tienen la suerte de sentirlo dicen que es algo indescriptible, que tienes que sentirlo para poder comprenderlo. El amor es el único sentimiento que puede llenar por completo a una persona y hacer de ella la más feliz del mundo. Es por esto, por lo que todos hablan de el. Los que no tuvieon la suerte de experimentarlo, describieron su agonía por el afán de encontrar el amor verdadero y aquellos que lo vivieron plasmaron con pluma y tinta esa eufórica y maravillosa sensación que hace feliz hasta al más desgraciado.

Remontándonos a la Edad Media nos encontramos con Petrarca y su querida Laura. Su amor apasionado perduró incluso tras la muerte de su amada. No tuvo ojos para otra mujer, a pesar de que esta estuviera casada él siempre escribió por y para ella, fue su única musa e inspiración, y gracias a la cual escribió su Cancionero. En varias ocasiones los escritores expresan el sinvivir por un amor prohibido, imposible o en muchas ocasiones platónico. Garcilaso, por el contrario, tenía una opinión más optimista al respecto, pensaba que a pesar de que este no fuera correspondido, era una fuerza que ennoblecía al que amaba, y solo por eso lo hacía más feliz. Andando un poco más, nos encontramos a Shakespeare. Probablemente él mismo tuviera una Julieta en su vida, un amor de desenfreno y pasión que daba sentido a su existencia y por cuya ausencia hubiera preferido morir antes que seguir viviendo. Posteriormente llegamos al Romanticismo. Este movimiento podría definirse perfectamente como el cénit de la literatura en este estilo. Todos los escritores románticos nos deleitan con obras que exponen el amor como pasión absoulta, en realidad es mucho más que eso. El amor es lo que da sentido a la vida, puede que lo único sin lo que el ser humano no puede vivir. Por eso no es de extrañar que los grandes escritores recurrieran al mismo tema, cosechando obras como las Rimas de Bécquer. También hubo algunos a quienes les pudo la locura y ese mismo amor que un día les dio la felicidad fue el que posteriormente les quitó su propia vida, véase el caso del pobre Larra. Y aunque no haga falta llevarlo hasta ese extremo, sí que es cierto que, al fin y al cabo, todo lo que importa realmente en esta vida es eso.





De amor vive el hombre. No es que esté científicamente probado, sino que más bien lo está "humanamente". No hay estudio alguno que pueda medir lo importante que es su presencia en nuestras vidas, ni lo hay ahora ni lo habrá nunca, ni siquiera es necesario que exista algo que pruebe lo que ya sentimos, simplemente es eso, amar. Los médicos nunca podrán explicar el porqué de nuestro corazón a mil por hora cuando llevemos por dentro esa sensación extraña y maravillosa de la que todo el mundo habla.


Moon

sábado, 7 de marzo de 2009

You give me something

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Llueve, llueve sin parar. Hay poca gente en la calle, todos corren a resguardarse del frío y la lluvia, sin embargo ahí están los dos. A empezado a llover y como si fuese la cosa más normal del mundo allí están, dando vueltas, bailando bajo la lluvia. Ambos están totalmente empapados y las gotas de agua resbalan por todo su cuerpo. Pero ellos siguen ahí, mojándose, sonriendo dando mil y una vueltas, levantando los brazos y riendo. De repente como si de un imán se tratase, se abrazan, y continúan su baile pegados, en medio de la calle y vuelven a sonreír. Probablemente cualquiera que sea testigo de la situación pensará que son un par de pánfilos algo locos. Es cierto, que el amor no deja cabida alguna a la cordura. En realidad, simplemente son felices.



Abro los ojos y no puedo evitar el crear la imagen, al mirar por la ventanilla del autobús, de sus dos figuras alejándose al fondo, de la mano, sonriendo, simplemente siendo felices. En ese mismo instante mis auriculares reproducen la banda sonora perfecta para el cortometraje:





Moon