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Últimamente no sé qué pensar, me desconcierta por completo lo irracional que es el ser humano en ciertos aspectos, sobre todo a la hora de actuar ante la maldad de la acción humana. Asco. Es la única palabra con la que puedo describir lo que siento al leer el periódico o ver los telediarios. Es tal repugnancia la que siento al ver las atrocidades que puede llegar a hacer el ser humano que más de una vez me llevo las manos a la cabeza, avergonzándome de mi propia especie. Es increíble hasta el punto en que estamos llegando, si de por sí ya hemos tocado fondo en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, últimamente no parece que nos quedemos cortos, ¡no señor!. Incluso peor, no sólo seguimos usando la violencia como arma ante cualquier problema, sino que además nuestra sociedad se está volviendo cada vez más cínica. A quién querrán engañar, me pregunto yo. No se puede ir de progre defendiendo el aborto, y luego estar en contra de la pena de muerte. Son ideas completamente contradictorias, y sin embargo muy comunes a día de hoy. Tampoco se puede criticar a delincuentes , sin sostener al mismo tiempo una política social que les acoja antes de que actúen de forma violenta. No sirve de nada quejarse si luego no se hace nada para intentar evitarlo. La gente habla y habla, pero solo eso, ni siquiera se preocupa lo más mínimo por defender sus ideas. Y así va el mundo.
Todos los grandes cambios y avances que ha desarrollado la humanidad con el paso del tiempo, han sido el resultado de todos aquellos momentos en los que una persona dijo basta. Hubo un día en que una persona fue consciente de las barbaridades que estaba haciendo el hombre y decidió poner fin a ellas. Hubo un día, en que otra persona se dio cuenta de que era el pueblo el que debía gobernarse a sí mismo y elegir a sus representantes, así como otra decidió actuar contra el racismo o a favor de los derechos de la mujer. Todas esas personas lucharon por conseguir hacer realidad la justicia que mantenían en sus sueños. Sueños que tenían que ser realidad, y que a lo largo de muchos años consiguieron. Nuestra sociedad actual necesita gente así, personas que no solo critiquen todo el mal que nos rodea, sino que además intenten cambiarlo. No podemos progresar con los brazos cruzados, ni sentados en el sofá despotricando contra los políticos, porque todos sabemos que no sirve de nada.
El mundo necesita gente valiente, que sepa defender sus ideas porque estas sean las justas, gente que, dándole igual estar a contracorriente se levante y se haga oír, que grite basta en nombre de todas las injusticias cometidas sin pena alguna. Tiene que haber un momento en que ese alguien se oponga al orden establecido y logre cambiar las leyes. Algún día alguien alzará la voz y dirá hasta aquí hemos llegado. Sí, ese día llegará y poco a poco nacerán más personas que hagan lo mismo y decidan dedicar su vida a ejercer una justicia justa.
Sé, como ya os he dicho antes ese día del que os hablo llegará. Pero hasta entonces me pregunto, ¿cuántas atrocidades más hará el ser humano sin que se haga nada? ¿Cuántas mujeres tendrán que morir para que se imponga una ley dura de violencia de género? ¿Cuántos casos de abuso tendremos que ver en la televisión para que se imponga la cadena perpetua? ¿Cuánta injusticia hará falta para darse cuenta de que hay que cambiar el sistema, si realmente se hace justicia o no? ¿Cuánta gente sufrirá antes de que ese alguien se levante? Esto es lo que más me preocupa, todo lo que puede ocurrir hasta que entonces, todas esas víctimas que padecerán las injusticias de este mundo. Y es que es una pena, que en esta vida todo tenga un precio; y la justicia, también.
Por todo esto, os animo a que, cada uno desde su posición y haciendo uso de sus posibilidades, os levanteis y gritéis todo aquello que veáis injusto. Porque puede que mi voz y la tuya no hagan nada por separado, pero dos siempre valdrán más que una.
Todos los grandes cambios y avances que ha desarrollado la humanidad con el paso del tiempo, han sido el resultado de todos aquellos momentos en los que una persona dijo basta. Hubo un día en que una persona fue consciente de las barbaridades que estaba haciendo el hombre y decidió poner fin a ellas. Hubo un día, en que otra persona se dio cuenta de que era el pueblo el que debía gobernarse a sí mismo y elegir a sus representantes, así como otra decidió actuar contra el racismo o a favor de los derechos de la mujer. Todas esas personas lucharon por conseguir hacer realidad la justicia que mantenían en sus sueños. Sueños que tenían que ser realidad, y que a lo largo de muchos años consiguieron. Nuestra sociedad actual necesita gente así, personas que no solo critiquen todo el mal que nos rodea, sino que además intenten cambiarlo. No podemos progresar con los brazos cruzados, ni sentados en el sofá despotricando contra los políticos, porque todos sabemos que no sirve de nada.
El mundo necesita gente valiente, que sepa defender sus ideas porque estas sean las justas, gente que, dándole igual estar a contracorriente se levante y se haga oír, que grite basta en nombre de todas las injusticias cometidas sin pena alguna. Tiene que haber un momento en que ese alguien se oponga al orden establecido y logre cambiar las leyes. Algún día alguien alzará la voz y dirá hasta aquí hemos llegado. Sí, ese día llegará y poco a poco nacerán más personas que hagan lo mismo y decidan dedicar su vida a ejercer una justicia justa.
Sé, como ya os he dicho antes ese día del que os hablo llegará. Pero hasta entonces me pregunto, ¿cuántas atrocidades más hará el ser humano sin que se haga nada? ¿Cuántas mujeres tendrán que morir para que se imponga una ley dura de violencia de género? ¿Cuántos casos de abuso tendremos que ver en la televisión para que se imponga la cadena perpetua? ¿Cuánta injusticia hará falta para darse cuenta de que hay que cambiar el sistema, si realmente se hace justicia o no? ¿Cuánta gente sufrirá antes de que ese alguien se levante? Esto es lo que más me preocupa, todo lo que puede ocurrir hasta que entonces, todas esas víctimas que padecerán las injusticias de este mundo. Y es que es una pena, que en esta vida todo tenga un precio; y la justicia, también.
Por todo esto, os animo a que, cada uno desde su posición y haciendo uso de sus posibilidades, os levanteis y gritéis todo aquello que veáis injusto. Porque puede que mi voz y la tuya no hagan nada por separado, pero dos siempre valdrán más que una.