viernes, 15 de mayo de 2009

El caballero de Olmedo

.
Paseando por las calles de Olmedo es difícil resistirse a imaginar el mismo sitio ambientado por Lope de Vega allá por el siglo XVII. Y es que hace escasos días pude andar y correr por los mismos sitios por los que pasearon -vamos a suponer que hablamos de personajes reales- dos de los personajes más importantes de nuestra literatura. El Siglo de Oro, época de apogeo de la cultura española, nos dejó grandes poetas y personajes ilustres así como maestros del pincel y de la pluma. Y lo más importante de todo, nos dejó grandes historias.

Historias como la de nuestro galán Alonso, caballero de Olmedo, y la preciosa doncella Inés. Oigan que ya lo dice el dicho, lo que mal empieza, mal acaba. Aunque no tiene por qué darse siempre por verdadero, desgraciadamente, esta vez no será la excepción a la regla. Pobre DoñaInés , está destinada a casarse con Don Rodrigo, caballero cobarde y mezquino de los que sacan escudo antes que espada. Sin embargo, es ese mismo destino el que ha querido que se enamore del valiente, este sí caballero de verdad, Don Alonso. Caprichos del destino, ya saben ustedes. Pero qué casualidad, si Don Alonso queda prendado de la misma dama comprometida la primera vez que la ve en la plaza. Y entre rincones y callejuelas, un amor apasionado crece, aunque apenas sin verse, los dos enamorados se envían cartas prometiendo amor eterno. Sin duda alguna lo hubiera sido, nada hubiese podido acabar con él, sin embargo recuerden lo que les dije al principio. Fue la muerte la que truncó sus planes. Muerte injusta y traicionera, que decidió llevarse al caballero a lo alto de los cielos. DoñaInés ya no recibirá más cartas de su amado, tampoco se casará con Don Rodrigo, culpable del delito. Pero qué más dará con quién se case, si su amor se ha fugado, allá mismo querrá ir ella, pues su corazón ya se ha ido unido al del caballero.
Que de noche le mataron
al caballero
la gala de Medina,
la flor de Olmedo.

Y así pasa el tiempo, siglos y siglos que esconden miles de historias como esta, historias de amor, y no un amor vulgar y cualquiera, sino un amor sincero y puro, una fuerza absoluta que hace enloquecer al ser humano como ninguna otra cosa puede hacerlo. El sentimiento más maravilloso que Dios pudo dar al hombre. A saber cuántas doncellas como Inés ha habido a lo largo de la historia, o cuántos caballeros dieron la vida por su razón de vivir. Cuántas historias anónimas, dramas y tragedias, otras sin embargo con finales felices.

Y aquí estoy yo, sentada, esperando cual Julieta a su Romeo. En mi castillo particular, con el pañuelo blanco ondeando por mi ventana, esperando a que mi príncipe escale la gran torre, y tras una larga espera se presente ante mí. De algo estoy segura, cuando llegue, de inmediato sabré si es el verdadero.








Moon

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amores como esos ya no existen. Esperemos que al menos tú encuentres algo lo más parecido posible a lo que esperas.

El siglo de oro español es maravilloso. Hace que te vuelvas orgulloso de nuevo de haber nacido aquí.

reme dijo...

asiq ue te estas leyendo el caballero de olmedo eh! un poco rollo cabe decir