.
¡Por fin! Ya estoy de nuevo por aquí. Es una pena que ultimamente apenas actualice, pero ya se sabe que en época de exámenes los jóvenes nos vemos obligados a quitar tiempo de alguna que otra banalidad -no lo digo por el blog como tal, sino por mis escritos banales- si se quiere aprobar en junio.El curso llega a su fin y como todos los años, los estudiantes de segundo de bachillerato se despiden. Atrás quedan anécdotas, historias, profesores algo pesados y otros recuerdos. Para algunos es su sueño hecho realidad, en otros por el contrario ha renacido un pequeño Peterpan en su interior que parece no querer irse. Unos salen adultos y maduros, otros sin embargo conservan la rebeldía de la adolescencia. Eso sí, todos llenos de ambiciones y sueños por cumplir. Aunque tengan algo de miedo, al fin y al cabo salen felices, empiezan una nueva etapa en sus respectivas vidas.
En la graduación todos sonríen -no es para menos- mientras yo me pongo a pensar en ellos hace un par de años, cuando tenían mi edad y todavía llevaban uniforme, ¡madre mía cómo pasa el tiempo!. Por un momento siento algo de envidia al verles haber acabado el colegio. Pero qué tonta soy, pienso poco después, -el Peterpan del que os hablaba antes parece haber resurgido también en mí-. Y es que aunque a veces cueste reconocerlo, es en el colegio donde más me río todas las semanas. ¿Acabar ya el colegio? Ni hablar, quién quiere tener más obligaciones o responsabilidades. Yo desde luego no, y me aterrorizo solo de pensar lo poquito que nos queda. Miro el reloj. Madre mia, por un momento me parece que el secundero va más rápido de lo normal y lo peor de todo es que este es de los que no perdona.
Empieza la cuenta atrás. A partir de ahora tenemos que tomar decisiones, escoger caminos, seguir las señales que nos guiarán a nuestra vida futura. Quién sabe dónde estaré yo dentro de diez o quince años, de momento prefiero no pensarlo. Sin embargo, y aunque no nos guste, debemos empezar a pensar qué nos gustaría ser el día de mañana, para poder empezarlo a construir hoy. Algunos tenemos la suerte de tener más que claro lo que queremos estudiar dentro de unos años -y digo algunos refiriendome a una minoría-. Otros ya empiezan a agobiarse, deben elegir y no lo tienen claro, y lo peor de todo es que nadie puede elegir por ellos. No, a partir de ahora somos nosotros solos, personas algo más maduras, los que debemos enfrentarnos a las que serán nuestras primeras decisiones "importantes" en la vida. Y como en toda elección indecisa tenemos miedo. Y yo también tengo mis dudas de vez en cuando, también tengo miedo cuando miro hacia atrás y veo cómo pasa el tiempo, cómo de repente, sin previo aviso, el tren de la madurez llega a estación y nosotros no estamos del todo preparados. Y lo que más me preocupa no es el de hecho madurar precisamente, para eso hay tiempo de sobra, lo que más miedo me da es ver lo mucho que corre ese tiempo. Ver cómo hasta hace dos días jugabamos sin preocupación alguna con otros niños en el parque y de repente nos vemos envueltos en nuestras primeras encrucijadas. Sabiamos que pasaría y sin embargo nos ha pillado de imprevisto. Por eso ahora, al ver todo lo que he corrido en pocos años veo cómo el tren del tiempo me pisa los talones. Siempre se dice lo mismo, ¡hay que ver cómo pasa el tiempo! y creo que hasta hoy no me habia dado cuenta realmente de lo que eso significa.
Miro atrás y pienso en todo lo que he vivido y no quiero crecer, sin embargo luego pienso en todo lo que queda por delante. Y es que todavía falta mucho por recorrer...
Creo que el viaje va para largo, ¿te apuntas?